Los estudios más recientes demuestran que el virus SARS-CoV-2 sobrevive varios días en superficies de plástico, cristal y acero inoxidable, pero se desintegra en unas pocas horas en superficies de cobre. Este hecho no ha sorprendido a los expertos en materiales, que conocen desde hace tiempo las propiedades antimicrobianas de este metal.
El cobre ha demostrado su poder antimicrobiano en numerosas ocasiones. Ya en 2015 se comprobó su capacidad para destruir el coronavirus 229E, un pariente cercano al causante del COVID-19 que provoca resfriados comunes y neumonía. Mientras que el virus sobrevivía hasta cinco días en acero inoxidable y cristal, el cobre acababa con él en cuestión de minutos.
La capacidad desinfectante del cobre no era ajena tampoco a nuestros antepasados. Hay muestras de su uso para la desinfección de heridas y la potabilización de agua de hace más de 3000 años (aparece mencionado, entre otros documentos, en el Papiro Smith). Egipcios, fenicios, chinos y otras civilizaciones de la antigüedad han conocido estas propiedades y las han utilizado para prevenir enfermedades e infecciones.
Tomando esto en consideración, sorprende que el acero inoxidable esté tan presente en espacios públicos de todo el mundo y sin embargo no encontremos materiales de cobre más a menudo, especialmente en infraestructuras de centros hospitalarios o de uso masivo de personas, como los transportes públicos en grandes ciudades o intercambiadores.
Algunos estudios recientes ya demuestran la efectividad del uso de superficies de cobre para reducir las infecciones en centros de salud y hospitales. El profesor de microbiología e inmunología Michael G. Schmidt, del Medical University of South Carolina, realizó un estudio durante más de 3 años con el que demostró una reducción de hasta el 58% de infecciones debido al uso de superficies de cobre donde antes había plástico, madera o acero inoxidable.
A pesar de todas la pruebas a su favor, el cobre aún no se utiliza de manera estándar para este tipo de usos en espacios públicos y de salud, en parte por las limitaciones de financiación. Aunque sus propiedades de resistencia mecánica y durabilidad son equivalentes a las del acero inoxidable, el cobre es, por lo general, un 25% más caro, siendo esta diferencia variable en función de su demanda en los mercados globales.
¿A qué debe el cobre su potente poder antimicrobiano? Otros metales de transición como el oro y la plata también poseen esta propiedad, pero en menor medida. Es la configuración electrónica del cobre, con un electrón libre en su orbital más externo, la que provoca una alta reactividad del material con cualquier elemento en contacto con su superficie. Esta propiedad es también la que hace del cobre un excelente conductor eléctrico, de ahí su uso habitual en instalaciones eléctricas.
Cuando un agente microbiano se encuentra sobre una superficie de cobre, los iones destruyen el patógeno impidiendo la respiración celular y perforando la membrana celular o el recubrimiento de los virus, y creando radicales libres que aceleran esta destrucción. Y lo más relevante es que estos iones destruyen el ADN y ARN dentro de la bacteria o virus, evitando posteriores mutaciones resistentes a los medicamentos.
Aunque el uso del cobre como antimicrobiano es aún muy limitado, la demanda de este metal sigue en aumento. En los últimos 25 años esta demanda se ha duplicado a nivel global, lo que tiene mucho que ver con su capacidad para ser reciclado sin perder ninguna de sus propiedades. Solo en la Unión Europea se estima que el 41% de la demanda de cobre se cubre a través de la recuperación y reciclaje de desechos de fabricación de la cadena de valor y de productos que han llegado al final de su vida útil.
En España, la mayor parte de la producción nacional de cobre procede de las minas andaluzas de la Faja Pirítica, seguidas muy de lejos por las minas de Asturias y Extremadura. De hecho, en la actualidad Andalucía provee prácticamente el 100% de la producción de cobre nacional, proveniente principalmente de Cobre las Cruces en Sevilla, uno de los yacimientos de cobre más ricos del mundo, Atalaya Riotinto Minera, con 197 millones de toneladas de reservas de este mineral y Minas Aguas Teñidas en Huelva.
Se tiene constancia de que el cobre fue uno de los primeros metales utilizados por el hombre, y no en vano da nombre al periodo de la prehistoria situado entre el Neolítico y la Edad del Bronce. Dadas sus magníficas propiedades y los retos a los que nos enfrentamos en la actualidad, no es nada arriesgado prever un uso al alza de este metal en un futuro próximo.
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